RAÍCES
Tierra preparada, semilla plantada, es hora de afirmar nuestras raíces en terrenos fértiles. La idea de Raíces de FRUTO es apuntar algunos territorios donde queremos firmar ideas, acciones, proyectos y soluciones. Son puntos indicados por los participantes de los Diálogos de Alimento sobre Educación, Desperdicio y Políticas Públicas y reunidos perfectamente por los mediadores Cristal Muniz (Um Ano Sem Lixo), Érica Araium (Diálogos Comestíveis), Luiz Américo Camargo (consultor gastronómico).
Las Raíces son nuestro lugar de acción en 2019.
Es donde queremos ser y estar en este año.
¿Vamos juntos?
PARTICIPANTES DE LOS DIÁLOGOS DEL ALIMENTO
DESPERDICIO Anita Gutierrez, Daniela Leite, Luciana Gonçalves, Manu Buffara, Ronaldo dos Santos y Cristal Muniz
POLÍTICAS PÚBLICAS André Iera, Bel Coelho, Joe Valle, Nilto Tatto, Paola Carosella y Luiz Américo Camargo
DESPERDICIO
por Cristal Muniz
por Cristal Muniz
Estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) indican que 1,3 billones de toneladas de alimentos son perdidos en el planeta cada año, cerca de 30% del total producido. Esta comida sería suficiente para acabar con el hambre en el mundo. El desperdicio es tema de suma importancia cuando tenemos un escenario de escases de alimentos y una población que solo crece.
Cuanto más lejos el productor está, más eslabones precisan existir en la cadena y más desperdicio es generado. Producir y consumir localmente genera menos perdida de producción. Integración de la cadena productiva
Si las personas no son iguales, ¿por que los tomates tienen que serlo? Como consumidores precisamos parar de uniformizar las plantas como si ellas no fuesen organismos vivos.
Precisamos parar de generar desperdicio seleccionando la mejor parte del vegetal para comer y usar la imaginación para comer las cascaras, tallos y hojas. Mirar de otra manera a los alimentos. Usar la creatividad. Concientización.
El trabajo educativo es muy importante. Todos tienen que saber aprovechar los alimentos de forma integra, la forma más adecuada de conservación y evitar desperdicio. Los hábitos solo se cambian con educación. Tenemos que repensar al alimento y sensibilizar a las personas para esto.
Es necesario cambiar la lente. Ver sin miedo que es necesario tener una actuación política, al lado de organismos públicos. Precisamos un mayor control en los centros de abastecimiento, información y educación sobre huertas urbanas, restaurantes populares, compostaje y fortalecer las conexiones, por ejemplo, Ceasa y proyectos de comedores populares.
EDUCACIÓN
por Érica Araium
por Érica Araium
Investigar, coproducir, inquietar, dialogar, coparticipar. Cinco verbos activos de angustiante demanda cuando hablamos de «educación alimentar» resumen lo que se entiende por «consumo y producción de alimentos» en los ámbitos familiar, educacional y escolar. Podemos delinear nuevos paisajes – más coloridos, biodiversos, sustentables y, nutritivos – si consideramos la valorización de todos los actores de la gastronomía. Es necesario que haya empatía.
Comprender lo que se sirve como alimento, insumo e ingredientes es algo anterior a la noción de los usos gastronómicos. El repertorio se construye más de forma empírica que apoyada por dominio técnico. Los cultivos, en el seno familiar, de pequeñas huertas, pueden servir al diálogo en torno a la mesa, a la resolución de gustos, a elaborar demandas que definan la lista de compras y el correcto destino de lo que se entiende por “residuo”. Quien tiene hambre, tiene prisa. Hay gente con hambre. Y, si hay gente con hambre, dé de comer. La noción de lo que alimenta y nutre es la misma noción de lo que sustenta – sustentar es coproducir. Entenderse parte de la cadena productiva. Neoconsumir. Entender, definitivamente, que comer es un acto político.
No importa la clase social, pero si el sentido de pertenencia al mundo. En él, hay una pléyade de responsabilidades a ser activadas en conjunto. No podemos ausentarnos como consumidores y, siempre que fuera posible, dar prioridad a las elecciones más sustentables: preferir alimentos locales, rastrearlos, indagar sobre la manera como fueron producidos, por que manos y en que condiciones de trabajo. Es preciso ser justo con toda la cadena del alimento y digno del alimento producido.
Comprender por que ciertas informaciones y discursos circulan y otros no, entender los silenciamientos y los dichos de cada sujeto histórico a fin de comprender la manera como comemos, culturalmente, es imperativo. Es necesario participar de la construcción de las narrativas del alimento, resignificarlas y volver a contarlas con propiedad. Con la noción de que cuentan las voces de cada individuo/ ciudadano – sea el productor, educador, trabajador industrial, activista, político, o productor de contenidos. Es preciso oír mucho antes de establecer cualquier diálogo. Es preciso crear una red de significación que cuide las memorias del comer. Es preciso conocer el alimento para que nos conectemos con él.
Partirá de ellos el resignificar memorias. Una cocinera o funcionaria de escuela puede educar tanto cuanto un «profesor» (en su sentido estricto, apenas para situar atribuciones normativas). Somos todos educadores, por así decirlo, cuando nos proponemos explicar a otro lo que puede movilizar el comer. Inclusive cambiar las fronteras que limitan las diferencias de coexistir. Es del área de usos y aplicaciones del alimento en sus variados contextos – algunos de resistencia otros de ocupación, muchos más de hambre, unos tantos otros de excesos de calorías y vacíos nutricionales – que se construye, colectivamente, un comer global que no cabe en padrones y/o modelos de distribución tan desiguales. Es preciso comunicar para educar. Es preciso contar las historias del alimento y volverlas accesibles para que otros las cuenten.
POLÍTICAS PÚBLICAS
por Luiz Américo Camargo
por Luiz Américo Camargo